Experiencia laboral en Naciones Unidas, Suiza

testimonio egresada

“Nunca se es demasiado joven para ser un líder y jamás debes dudar de tu capacidad para triunfar en donde otros aún no lo han hecho.” – Kofi Annan

Mi sueño, como es igualmente el de muchos de los estudiantes en Relaciones Internacionales, siempre fue trabajar para la ONU. Tras titularme de la Universidad La Salle México, surgió la oportunidad de realizar prácticas profesionales con las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza.

El trabajo que se lleva a cabo en dicha Oficina es principalmente de orden administrativo. Tuve la oportunidad de trabajar con en el Departamento de Finanzas de las oficinas de ONUSIDA. Ingresé en noviembre de 2015, momento en el que se estaban estableciendo los nuevos objetivos para la “Estrategia 90-90-90”, la cual consiste en que para el año 2020, el 90% de las personas que viven con el VIH conocerán su estado serológico, el 90% de las personas infectadas por VIH recibirán una terapia antirretroviral sostenida, el 90% de todas las personas que reciben terapia antirretroviral tendrán la supresión viral y la meta es lograr que en el año 2030, se haya puesto fin a la epidemia.

Trabajé con supervisores altamente profesionales y capacitados, que supieron hacerme sentir parte del equipo. A mi alrededor, muchos fueron los eventos los que marcaron mis primeros seis meses. Entre otros, escuchar a mis colegas de trabajo hablar con la secretaria personal de Bill Gates acerca de la donación que acababa de hacer, cómo también lo fue tener la oportunidad de conocer al Director Ejecutivo Michel Sidibé. Adicionalmente, me maravilló poder conocer a Margaret Chan, la directora ejecutiva de la Organización Mundial de la Salud, a quién pude ver desde la ventana de mi lugar de trabajo, o la primera dama de Costa de Marfil, Dominique Ouattara, a quién se le otorgó el premio de excelencia por su labor significativa en prevenir la transmisión materno infantil del VIH en el país.

Durante la segunda parte de mi primer año con las Naciones Unidas, tuve la oportunidad de cambiar de sector al del Medio Ambiente, trabajando para la Organización del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) que, a diferencia de ONUSIDA, tiene su sede en Nairobi, Kenia. Continuando con mi aventura por las organizaciones de la ONU, surgió la oportunidad a finales del 2016, de unirme a otra pequeña oficina representativa en Ginebra de UNOPS (Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos). Dichoorganismo operacional apoya a sus asociados en la ejecución de sus proyectos humanitarios, de desarrollo y de consolidación de la paz en todo el mundo y tiene su sede en Copenhague, Dinamarca. Durante los meses que trabajé con ellos, fui designada como intermediario de apoyo entre UNOPS y ACNUR (Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados), en lo relacionado a trámites para renovación de contratos, visas, salarios y la reservación de vuelos para los funcionarios enviados a zonas de conflicto ubicadas en diferentes partes del mundo.

Fue muy interesante enterarme de diferentes situaciones de urgencia, a veces difíciles de imaginar, como el apoyo a Afganos refugiados en Pakistán queriendo regresar a Kabul durante un mes en el que en dicha ciudad un atentado provocado por un camión bomba aparecía en primer plano en las noticias de todo periódico o por ejemplo también fue sorprendente la cantidad de funcionarios infectados por el virus Zika o la malaria entre otras enfermedades contraídas en países como Sudán del Sur durante sus misiones de apoyo a los afectados por la crisis a refugiarse en países vecinos como Uganda, Kenya y la República Democrática del Congo. Por otro lado, me dio gusto descubrir que ACNUR en ocasiones le ha ofrecido empleos a refugiados mismos, principalmente en Grecia, al coherentemente estimarlos ser las personas mejor capacitadas para trabajar en el campo y entender la real necesidad que experimentan aquellas personas en peligro. Este hecho de alguna manera revivió mi esperanza en que la ONU puede reparar sus fallas y hacer realidad sus promesas.

Sin lugar a duda, cada práctica representó una experiencia única de las que siempre aprendí algo nuevo, sin embargo, cómo en todo ámbito laboral en nuestros días, tratar de vencer las bardas de acero que separan una pasantía de una oportunidad de empleo estable es difícil.

Mi intención es compartir este testimonio de que a pesar de que el camino es largo, si tienes metas claras y un anhelo de luchar por lo que realmente te apasiona, nadie ni nada te podrá impedir lograrlo. Por un lado se siente orgullo por tener la oportunidad de ser parte de tanto pero al final del día, se enfrenta uno también con la frustración de sentir que uno no representa en realidad más que una parte superficial del sistema. Resistir y seguir adelante requiere mucho esfuerzo, dedicación y hubo  momentos en los que llegué a dudar de si realmente valía la pena seguir lejos de mi hogar por acumlar experiencias poco remuneradas sin garantía alguna de empleo al final. Cuando eso sucede, siempre es importante tomar unos minutos para recordar cuál es el objetivo y con fe y concentración se recuperan las fuerzas para seguir adelante.

Hoy puedo mirar atrás y ver que el esfuerzo y la paciencia valieron la pena. Mi compromiso como internacionalista al empezar esta aventura fue conseguir el primer párrafo de esta historia y me hace feliz poderle agregar que logré mi sueño al conseguir mi lugar de entrada como Team Assistant, ahora para La Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra (ONUG).

No dejes de soñar, jamás dejes que mentes pequeñas te digan que tus sueños son demasiado grandes, ni aceptes que te digan que tus logros no son suficientemente relevantes pues cada paso importa por que todo gran triunfo por algo tuvo que empezar.

Lic. Alicia Cloe Rodríguez Díaz

(Relaciones Internacionales, Generación 2010-2014)